Santa Cruz, entre identidad y futuro (*)
Santa Cruz de Tenerife – Santa Cruz, como se la denomina coloquialmente – es una ciudad llamada a ocupar un rol protagonista en la región más allá de su condición de centro administrativo como sede del Parlamento de Canarias, a la vez que capital de su provincia. Santa Cruz es una ciudad llena de posibilidades y oportunidades para su desarrollo económico y mejora social y de la calidad de vida de sus habitantes. Pero, para que esto se produzca es preciso visibilizar una mirada valiente y posibilista.
La capital de Tenerife siempre ha sido un lugar cautivador. Al igual que muchas personas que hayan crecido o vivido aquí, personalmente puedo hablar de una serie de momentos gratos a lo largo de diferentes etapas de mi vida. Recuerdos de infancia, como los paseos con mi padre por la Avenida de Anaga o las tardes de juego con mi madre en el parque García Sanabria donde estaba el zoológico. También imágenes de la adolescencia y primera juventud, como las tardes de fútbol en el estadio en esa grada de general de pie, los carnavales entre las plazas de España y del Príncipe o aquellas Fiestas de Mayo, que para un joven aparecen como un recuerdo floral y colorido, y que a ojos de un arquitecto hacen pensar en Santa Cruz como una suerte de Amsterdam soleada que durante un momento aparece en nuestra isla, dinámica y vibrante.
No trata este artículo de un ejercicio de nostalgia, sino de entender que las ciudades son artefactos creadas por y para las personas y que es tarea de todos -de las Administraciones, los ciudadanos y los profesionales de la materia- posibilitar que las generaciones venideras puedan tener unos recuerdos de Santa Cruz tan gratos o mejores que los nuestros.
En la imprescindible labor de evolución y de ejercicio de modernidad de las ciudades, Santa Cruz no puede ni debe quedarse atrás, durante las últimas décadas se han desarrollado en la ciudad intervenciones parciales de mayor o menor escala, como pueden ser los ejemplos respectivos del primer ensanche por la refinería o la habilitación del jardín botánico del Palmetum, pero se ha adolecido de iniciativas que propiciaran una intervención más potente sobre el modelo de la ciudad hacia una concepción que sin perder la identidad aquello propio que ha configurado las singularidades de Santa Cruz, haga también una apuesta decidida de presente y futuro.
Se trata en suma, de trabajar con herramientas de la arquitectura, el urbanismo y de las decisiones políticas para la mejora estratégica de la ciudad, cuestión ésta que en la actualidad es una práctica habitual en la mayor parte de los territorios y ciudades más desarrollados, tal y como planteamos en la anterior entrada de este blog mirando algunos casos fuera de nuestro archipiélago canario.
Santa Cruz es una ciudad llena de posibilidades y oportunidades para su desarrollo económico y mejora social y de la calidad de vida de sus habitantes. Pero, para que esto se produzca es preciso visibilizar una mirada valiente y posibilista.
Si efectuamos una atenta mirada a la ciudad actual, veremos que Santa Cruz cuenta con los ingredientes para una gran estrategia cuyo desarrollo la impulse a aquello que todos deseamos, que es el desembarco entre el conjunto de las ciudades modernas y dinámicas de esta sociedad contemporánea que han hecho de sus espacios de vida para la población, lugares de gran atractivo para la generación de economía, generación de empleo, ocio y cultura y, en suma, para el desarrollo de las funciones propias de lo cotidiano y de lo atractivo más para vivir.
Santa Cruz dispone de una serie de lugares arraigados en su memoria colectiva que poseen una identidad y una historia propios.
En primer lugar, su litoral. Resulta incomprensible que aún hoy esta ciudad siga de espaldas al mar fruto de un desarrollo urbanístico en su día desafortunado, pero que cuya pervivencia actual en aquello que resulta remediable, no es entendible. Aquel proceso que antaño propició en su litoral el asentamiento de actividades industriales, iniciadas con el antiguo puerto de la ciudad y que tuvieron continuidad por sus caras este y oeste, han configurado un litoral fragmentado, sin identidad y lo que es peor sin una definición clara ni en lo económico ni en lo social.
Actuaciones puntuales como la creación en el antiguo vertedero del jardín botánico del Palmetum o el edificio emblemático del Auditorio Adán Martín obra de Calatrava, o el propio rediseño de la Plaza de España, han ido maquillando un determinado tramo de este litoral con tímidas intervenciones. Este proceso ha hecho que la población perciba hoy este ámbito fundamental de la ciudad de Santa Cruz como un conglomerado de infraestructuras viarias de diverso rango, industrias, contenedores, estaciones marítimas -viejas y nuevas-, pequeñas playas en ejecución, amplios espacios transformados por las extracciones, núcleos costeros, etc., todo ello con el mar como un telón de fondo.
En este escenario confuso a la vez que potencialmente muy atractivo se hace imprescindible (e ilusionante) plantear un plan de recuperación que se extienda a lo largo del litoral de la ciudad desde la TF-4 vía de conexión con la autopista TF-1 hasta la Playa de Las Teresitas. Conciliando usos perennes y su articulación con los nuevos, poniendo en valor el litoral y volcando, en suma, la ciudad hacia el mar. Una intervención así podría mirarse en el espejo de muchos casos de éxito en Europa, como entre otros muchos, los frentes marítimos de Barcelona en España, Hamburgo en Alemania o de Amberes, en Bélgica, en los que la transformación de antiguos espacios generalmente vinculados con actividades portuarias, han permitido la recuperación de este tipo de ámbitos como cartas de presentación de las ciudades hacia la modernidad y la competitividad.
Volviendo a los espacios de oportunidad en Santa Cruz, podemos mencionar la ciudad baja conformada, entre otros, por los ámbitos del barrio de El Toscal, las calles del Castillo, la Noria y alrededores y el Mercado Ntra. Sra. África, zona que ha ido perdiendo población residente durante décadas y donde, especialmente El Toscal aparece como un entorno con un importante número de antiguos edificios tapiados y obsoletos, todo lo cual contribuye a que esta importante zona del conjunto de la ciudad de Santa Cruz transmita su actual escaso atractivo que no sólo dificulta la convivencia, sino que ha generado espacios en franca decadencia. Sin embargo, este escenario no puede ni debe ocultar su enorme potencial dado su carácter histórico y de vecindad con el litoral, lo cual permite visualizar en esta zona la clara necesidad de abordar una estrategia mediante la aplicación de instrumentos que la planificación urbanística ofrece y, especialmente, el impulso de su gestión para materializar una verdadera transformación y modernización del mismo, permitiendo con ello la recuperación de población residente, a la vez que de actividades económicas y sociales.
En la actualidad se está propiciando un escenario de debate sobre el estadio Heliodoro Rodríguez López en relación si conviene proceder a su muy necesaria renovación o, por el contrario, debe reubicarse en otro ámbito territorial periférico en el entorno de la ciudad de Santa Cruz. Es éste un aspecto que en el contexto de lo que estamos planteando requiere de nuestra atención. En este sentido podemos tomar como referencia la operación que está teniendo lugar de transformación del estadio Santiago Bernabéu de Madrid, la cual salvando la distancia que nos separa por su escala y magnitud, si nos sirve para entender que, por su dimensión, capacidad y ubicación, estas instalaciones hasta ahora casi exclusivamente deportivas están pasando a convertirse en nodos de actividad, en los que más allá de albergar un evento meramente futbolístico cada quince días, acoger un sinfín de actividades deportivas, culturales, comerciales, gastronómicas, etc. No cabe duda de que el estadio donde reside el Club Deportivo Tenerife no es el Bernabéu (tampoco Santa Cruz es Madrid), pero basta observar su ubicación en el plano de la ciudad para entender las grandes potencialidades que para una instalación moderna tiene contar con esa renta de posición en términos de aporte de actividades sinérgicas tanto en lo económico como en lo social reportan para la ciudad.
Podríamos seguir implementando esta lista con otros lugares de gran interés o de oportunidad en la ciudad de Santa Cruz como sus Ramblas, el propio Barranco de Santos, la Playa de Las Teresitas o el propio espacio que aún conserva la antigua refinería que se constituye, seguramente, como uno de los elementos de oportunidad más potente a medio plazo como apuesta competitiva de trasformación de la ciudad, es de esperar, por otra parte, que las Administraciones actuantes hayan sabido sacar las oportunas conclusiones sobre la actuación precedente del ensanche de la primera fase de los terrenos de la refinería, cuyo modelo urbano resultante no ha obtenido el resultado deseable respecto a su potencial capacidad para vertebrar la ciudad.
No obstante, lo planteado, resulta fundamental entender que siendo todas ellas iniciativas potentes en si mismas, por si solas no contribuyen a la necesaria vertebración de un modelo de ciudad que conjugue de manera acertada y prolífica los conceptos esenciales de la identidad que radica en la esencia de la sociedad chicharrera y de su necesaria apuesta por la modernidad y el futuro, lo cual implica la clara necesidad de diseñar un estrategia conjunta que permita su materialización mediante los instrumentos existentes para ello, esto no implica necesariamente esperar por una figura como el Plan General de Ordenación, – admitiendo que consideramos ésta una herramienta esencial para el municipio-, sino que mientras éste instrumento aparece, existen otros mecanismos para acceder a respuestas temporalmente más cercanas.
No se trata de continuar exponiendo aquí percepciones, espacios o actividades que podrían dilatar en exceso este artículo y si concluir con una reflexión dirigida a manifestar el deseo de que entre todos, la Administración escuchando y promoviendo iniciativas y la ciudadanía respetando y disfrutando de la ciudad, pero también aportando sugerencias y demandando respuestas acordes con los tiempos que vivimos, contribuyamos entre todos a alcanzar una Santa Cruz moderna y competitiva donde los recuerdos de generaciones permanezcan como factor identitario, pero que la necesaria evolución de la sociedad permita disfrutar de una ciudad acorde con los tiempos que vivimos.
(*) Este artículo que cuenta con la publicación precedente del mismo autor denominada
INTERVENCIONES ESTRATÉGICAS Y SOCIEDADES COMPETITIVAS, forma parte de un
conjunto de publicaciones próximas sobre algunas ciudades canarias y sus oportunidades
competitivas.