(1/3) Qué fue de la ordenación del territorio en Canarias
A la memoria de aquellas personas que han luchado firmemente por la ordenación del territorio en Canarias y, especialmente, a los recordados y añorados Adán Martín Menis y Carmelo Padrón Díaz.
Las políticas de ordenación de los territorios son un factor esencial para su protección y desarrollo socioeconómico y la generación de una cultura en torno a ello es un signo de evolución de sociedades avanzadas.
El advenimiento de la democracia en España permitió que a principios de la década de los ochenta la constitución de las Comunidades Autónomas trajera consigo el impulso de una manera de entender y de intervenir en los territorios menos centralizada que hasta entonces y, particularmente, que se pudieran concebir políticas más ajustadas y cercanas con la realidad de cada una de las regiones que conforman el Estado.
Las Islas Canarias, como tantos otros lugares, han sido objeto desde su colonización de innumerables situaciones de expolio y agresión de su patrimonio, sin embargo, su capacidad de regeneración y sus grandes valores naturales unidas a su posición geográfica le han conferido una gran capacidad de supervivencia.
Las Islas Canarias han sido objeto desde su colonización de innumerables situaciones de expolio y agresión de su patrimonio.
En este contexto, la Comunidad Autónoma de Canarias al ser un territorio archipielágico y aislado respecto al resto del Estado, demandó en los comienzos de esta etapa democrática de un posicionamiento político y social más complejo, dado que el imprescindible gobierno del conjunto de su territorio, que demandaba de políticas activas tanto de conservación como de impulso económico, debía decantarse por una concepción global a partir de instrumentos de gobierno de ámbito regional o por la gestión mediante estructuras de carácter más insular y local.
Durante principios de los ochenta el debate respecto al modelo y concepción de la manera de gobernar Canarias fue evidente, como también lo fue la decantación claramente mayoritaria por la conveniencia de que ésta tuviera un carácter y visión regional que permitiera entender cada una de las islas desde sus singularidades, pero también desde la necesidad de mantener una identidad como territorio integrado y bien articulado, de tal forma que con ello se consiguiera una cohesión y equilibrio entre sus islas, permitiendo a Canarias competir en un mundo tendente a la globalización desde una economía no fragmentada.
Las décadas de los ochenta y noventa en esta materia han sido muy intensas, especialmente en lo referente a la producción legislativa propia respecto al territorio en Canarias y, posteriormente, la primera de dos mil con el impulso y aprobación de un gran número de instrumentos de ordenación territorial, urbanística y de los espacios naturales protegidos, entre otras importantes iniciativas, todas encaminadas en conjunto a preservar el territorio de las islas, pero también a dinamizar políticas económicas bajo cánones de sostenibilidad, respeto por el medio ambiente y desde el progresivo fomento de una cultura del territorio ampliamente extendida.
En la actualidad y habiendo transcurrido cuarenta años desde los albores de aquellas transcendentes decisiones, la pregunta que nos hacemos es: ¿Qué queda de todo ese ingente movimiento por una cultura del territorio y de los instrumentos puestos al servicio de esta causa?
En posteriores artículos nos proponemos responder a tal cuestión mediante nuestro posicionamiento al respecto, pero también desde el análisis de las causas que nos han llevado a la preocupante situación actual, pretendemos generar una vía propositiva abierta a la incorporación de otras aportaciones y cuyo objeto fundamental consistirá en buscar enfoques y soluciones que nos permitan superar el escenario de parálisis en que nos hemos metido, tanto desde la acción en unos casos como la omisión en otros.